jueves, 28 de enero de 2010
el pomelo
El pomelo en cocina se distingue poco del zumo de limón o si nos apuráis de la naranja, los platos no guardan todo el sabor característico del pomelo fresco, pero queda un matiz interesante. Sabréis que es uno de los cítricos más olvidados en nuestra cesta de la compra, pero no sé si sabréis que las propiedades beneficiosas de esta fruta son enormes para nuestra salud. Es rico en vitamina C, y la variedad rosada es rica en licopenos, sustancias que son eficaces como antioxidantes, fundamentales en la lucha contra infecciones, virus e incluso patologías cancerosas. No digamos ya su actuación como bactericida o desinfectante, antiinflamatoria, aquí el pomelo es ideal. También ayuda a formar glóbulos rojos y blancos (por el ácido fólico), es hipotensor y posee muchas otras vitaminas de la familia B y E. Por último está indicado sobre todo para los cuadros graves de artritis reumatoide, para afrontar problemas circulatorios (disolución de hematomas, limpieza de sangre etc), cuadros específicos de varices, artritis, cansancio crónico, dietas hipocalóricas y cuadros de colesterol severos, aunque aquí consultar con el médico por la acción contraindicada de los furanocoumarinos sobre algunos tratamientos farmacológicos específicos. Al final van a tener razón nuestras abuelas cuando decían que todo lo que amarga y escuece es bueno.